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Si de algo estamos urgidos en este comienzo del siglo XXl, es de colocar al ser Humano en el primer lugar de nuestro pensamiento y de nuestras actividades, en todas las esferas de la sociedad. Tanto a nivel interno como país o en nuestras relaciones con las demás naciones, la persona humana debe ser objetivo central de las políticas y de las acciones. Muchos de los males que padecemos se deben precisamente a que hemos dejado de lado, como prioridad, a la persona por la plenitud de sus derechos. El materialismo que ha prevalecido en las políticas de los gobernantes y en el que hacer de las empresas, ha apocado lo que es verdaderamente urgente que no es cosa diferente a centrar nuestros esfuerzos en el desarrollo del más importantes y en el que hacer de las empresas.